MONTORNÈS DEL VALLÈS.- Adoratila quiere llamarse Eusebia. Con ese nombre la conocen sus familiares, amigos y conocidos. Ha vivido ochenta y ocho años con ese nombre y no digiere el nombre con el que alguien la inscribió en el Registro cuando nació.
Se casó como Eusebia. Ha tenido dos hijos como Eusebia. Ha trabajado como Eusebia. Y todo el mundo le llama Eusebia.
El último carné de identidad que se ha hecho, sin embargo, dice que se llama Adoratila. Y eso no le gusta.
Sus hijos se han puesto manos a la obra para que su madre recupere en su carné de identidad el nombre que ha llevado siempre. Y para conseguirlo necesitan que el Registro de Víllora, en donde la inscribieron cuando nació, cambie Adoratila por Eusebia. Se puede hacer, pero necesita demostrar que siempre ha utilizado este nombre. Y, al parecer, ahora no basta con aportar testigos, el libro de familia y el carné de identidad antiguo. Ahora le complican la vida al exigirle la Partida de Bautismo. Y ocurre que este documento va a ser difícil de encontrar porque la iglesia de Narboneta y todo lo que contenía fue arrasada por el fuego durante la guerra civil.
Los hijos de Eusebia, Argelio y Emilio, esperan una respuesta del párroco de Narboneta para ver qué pueden hacer. De momento, se han quedado oficialmente sin madre. Sus documentos de identidad y los libros de familia aseguran que son hijos de Eusebia, pero hoy día no hay ninguna mujer con esa identidad reconocida.
Cambiar el nombre en el registro era, a priori, la solución más fácil y rápida. La otra alternativa que tenían suponía modificar los libros de familia de tres matrimonios y los documentos de identidad de los dos hijos, además de la escritura de propiedad de un piso, la cartilla de la Seguridad Social y algún documento mercantil que ahora nadie recuerda. Optaron por ir a la raíz del problema, pero desconocían que las circunstancias les son adversas y que necesitarían un documento que fue pasto de las llamas hace casi setenta y ocho años.
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